14 de octubre de 2013

Sol de medio día


“Y así fue, un sol rebosante de medio día que hacia fruncir su ceño, caminaba a paso ágil entre desconocidos por la ciudad. Los escasos arboles con su débil sombra, no ayudaban a quitar un molesto rostro producido por el astro.
Despersonalizado producto de sus ansias y sus brazos sin respuesta, se observaba como si de una película se tratase; acción, ficción o drama. Solo tenía la certeza de quien producía tal protagonismo. Despersonificado por un desconocido futuro, sus rodillas al mismo tiempo que sus palmas contactan de manera busca e inesperada el caliente asfalto. Aislado del mundo que avanzaba entre sus ojos, desalojado de su cuerpo, en ese momento logra darse cuenta que existe el presente”

10 de octubre de 2013

Turno Nocturno


Como el bolero que anunciaba el presentador, melancólico y desconocido, estaba Israel. Hombre que bordeaba los 45 años, sentado en la última corrida de asientos en algún restaurant de Alameda.
Cuando su casio rock mostraba las 1:15 am. Israel vacía su vaso largo de pisco, pisco solo, sin compañía como lo estaba el.
-Amigo- levanta su mano- tráigame otro igual, sin hielo.
Mientras el pedido viajaba a su mesa, sin pestañar Israel miraba fijamente la entrada, como si a la espera de alguien estuviera. Mientras el vaso con el amarillento liquido se interponía en la contemplación de la puerta, Israel vuelve a consultar la hora. 1:45 am.
Con la cuenta de su consumo ya pagada y un vaso dejado a medias, Israel toma su bolso y camina hacia Alameda. Una vez fuera se sienta un paradero de la esquina Mac-iver con Alameda, ahí prende un cigarro, al cual consume como si bailaran un vals, lento pero con ritmo. Antes de que el primer cilindro de nicotina se consumiera Israel enciende otro, esta vez para caminar. Bajo por Mac-iver con su bolso colgado al hombro y el cigarro en la diestra, con su mano libre busca en su bolsillo una credencial. Se detiene en Mac-iver con Moneda, la luz roja del semáforo iluminaba su rostro mientras que en la misma esquina de un taxi bajaba un hombre.
-Hola coleguita, tan temprano por acá- comenta Luís, bajándose del taxi- usted que no entra a las 3:00am-
Israel digiere la pregunta, mira su casio que marcaba 2:12. Mientras caminaban a la biblioteca nacional.
-Sí, entro a las 3:00- vuelve el silencio y los dos hombres caminando por Moneda, sin decir palabra cuando ya estaban en frente de la entrada a la biblioteca, mostrando sus credenciales de guardias, Israel toma el hombro de Luis y con voz melancólica y lejana como un bolero que escuchó en algún momento.
-Coleguita…no puedo dormir-.

1 de octubre de 2013

Con kalimbas soñe y campanas desperte

Abrí los ojos, infinito silencio acompañando el madrugar, la habitación olia  a encierro por los sentimientos en cautiverio.

23 de agosto de 2013

Romero


El adorable evento rutinario de caminar, hoy se hizo presente. Como ayer, hoy, mañana quizás.
Caminó siguiendo los pasos de ayer. Pasos que solo dejaban dos huellas esta vez.  Entre un ágil andar y rítmicas zancadas, el silencio fue la siguiente pista. El increíble escenario se produjo al dar vuelta la esquina, Republica, Romero, un árbol vestido de invierno y un sol crepuscular; saludaba entre las ramas. Helical.

24 de julio de 2013

Algún día.


Algún día me detendré, mirare atrás y notare; lo fatídico, onírico y fantástico por lo cual he andado. Cuando me pregunte, esa vez que dije “para siempre” mirar, y ya no está a mi lado. Si el “te amo” lo porta otra persona, que quizás también le he tatuado un “para siempre”.

Cuando cierre mis ojos, mi mente enganche a mis recuerdos y ellos me transporten a mi día “D” que algún momento viví. Donde compartí un vagón, estaciones, hasta el suelo del metro improvisando un cómodo asiento con la que hasta el día de hoy es anónima.

Algún día me detendré, mirare atrás y espero sonreír.

8 de julio de 2013

nocturno!


Lejos en el silencio
Tardías represalias, avanzan a lo lejos
No hay cerraduras penetradas
Más yo te quiero, en voz muda
Como un zorzal al sol, por tu corazón sin nido
Camarada, tu compañera que abandonas
Avanza sin mí.




La noche ha caído, sigue el paso ajeno al tiempo; como el ciego quien ignora su rostro. Su silencio protege un ser del ruido. Su mente, llena de fantasmas disipan una pronta lucha. De ella no sabe nada, se pregunta ¿me recordará en sus noches? El nocturno paisaje no tiene respuesta, ni el viento susurra en el oído. Sin andar lento intenta encontrar respuesta, que solo una llamada responderá.

20 de mayo de 2013

Desde dolor de muelas a Monzon de invierno.


Después de sacar unas cuantas fotos, decidimos marchar por la Alameda, como todos los presentes, previamente haciendo grandes honores al motivo del encuentro.
Ya con la cámara resguardada en la mochila comenzamos a caminar, por la calle del  supuesto libertador, entre matices de olores; algunos naturalmente fuerte tales como otros misteriosamente pesados. Entre paso y paso iba mirando, más bien contemplando el flameo de una bandera  que gritaba “CUANDO FUMO NO HAY DOLOR”. Acertadas palabras, que me repercutían en la cabeza, haciendo recordar mi caso con el dolor de muela y la desaparición de este, cuando hacía de mí los olores naturalmente fuertes. Gracias a mis fieles pies que caminaban casi de memoria (por no decir del todo), mientras mi mente ya había abandonado por completo el encuentro, refugiada  en la conciencia de un turista sorprendido por el evento.
-No nos alejemos mucho- dice una desconocida, de ojos ensangrentados.
Frase que me despide de mi turista interno, dolores de muela y me hace recordar que no andaba solo. Vivazmente busco en mi compartido metro cuadrado a mis compañeros de marcha, uno de ellos me mira con la misma cara quizás un poco mejor  que la mía.
-En caso de que nos perdamos, nos juntamos en la estatua del  Parque Almagro-  dije con voz elevada producto de los tambores
Los tambores, que invitaban a mi mente viajera, con un sonido penetrante en el consiente propio, ayudado por la acústica de la angosta calle San Ignacio, a viajar por un mar de paisajes que me transportaban desde las siempre exageradas marchas forzadas de los Romanos, cuando se disponían a invadir territorio ajeno, fue la primera imagen que me visito y me elevo dejando nuevamente mi cuerpo con mis autónomos pies. Me sentí un legionario más, marchando al ritmo de los tambores, en dirección a una nueva épica batalla. Como legionario pensaba en la adrenalina que recorría el cuerpo y el placer de muchos, al futuro incierto.
-¿Qué estatua? No conozco ninguna- recibí de respuesta a mi atenta preocupación de perdida, yo respondí con una volátil sonrisa, indicando…no sé qué habré expresado con mi risita.

Evolucione a un turista, de esos sorprendidos con cada imagen, ventanas abiertas, terminaciones arquitectónicas de los edificios ya del siglo pasado. Me sorprendí al darme cuenta que mis independientes pies saltaban y rebotaban al ritmo de los tambores, haciendo el mínimo contacto con los adoquines  de la fabulosa calle.
Entre pequeños pasos y saltitos, seguíamos la marcha, a estas alturas los alabados percusionistas, estratégicamente estaban estacionados  en un codo de la calle, haciendo viajar quizás a cuantos peregrinos más. De pronto, un silencio total, que  en consecuencia me hace aterrizar abruptamente a mi cuerpo saltarín. Segundos eternos, miradas desorbitadas de cuerpos saltarines, por suerte no fui el único. Una aguda y rápida señal producida por un silbato, rompe el silencio, y todos los instrumentos comienzan a percutir el mismo ritmo. La caja, rápida y de acomodo fácil en el oído; bombo, poderoso, penetrante con la gran habilidad de hacerte pestañar cada vez que se pronuncia. Quizás cuantos instrumentos más que no pude distinguir, todos ellos sonando al mismo tiempo, coordinadamente imitaban un monzón de invierno entregándome nuevamente la facultad sobre mis ya temerosos pies.
 Al ritmo cansador de los tambores le sume el cielo amenazante de lluvia, todos los marchantes reunidos por una causa, mis compañeros y yo juntos, caminando a la par pero a la vez todos viajando en quizás que mundo, caminando ya alejándonos del monzón.
-Gracias-  mi mente y cuerpo ya encontrados.