7 de mayo de 2013

Tres horas despues de las dos.


Y acá estoy, día de semana, en horario de trabajo. Tomé muy enserio un día de Tregua y salí a caminar. Sí, lo reconozco,  una especie de fuga, una evasión a todo lo cotidiano que me brindan las calles en horarios conocidos. Estoy en la intercepción de siempre  donde esta la torre alta, si, esa bien alta, en el cual hay una banca que no existía a eso de las 2 de la tarde.
En mi inspiración de esta aventura el personaje se toma un café, yo en cambio tengo la compañía de una paloma, que con pasos insípidos se acerca a mis pies en busca de alguna miga perdida. El ave, temerosa por naturaleza de mí, de ellos, de nosotros que nos movemos al igual que cardumen arrancando de un predador que estuviera a nuestra saga, nos trasladamos en competencia descarrilada, sin motivo, sin norte.  Primera señal, no estoy pisando el mundo de las 2 de la tarde
En la mágica banca que no vi a las 2, sentado veo como mí derrotada compañía me abandona caminando con los mismos pasos, inexpresivos, hacia la siguiente banca que fantásticamente no existía a las 2, en ella están dos personas, sentadas conversando, muy distintas al ecosistema que suelo conocer.
-¡Yapo! Joaco tomate luego la bebida, que nos queda ir a pagar y después tenemos que ir a buscar a tu papa al trabajo.
-Mira mamá, la torre se ve en el otro edificio. Es como un espejo gigante uh- dijo el niño mientras tomaba su botella.
Claramente Joaco es más detallista que yo, la torre, que me incitaba a mirarla de base a antena, se reflejaba en el edificio continuo. No solo la torre, sino también las nubes, el cielo y algunas ramas de un árbol alto.
Que hermosa situación, que perfecta fuga en el momento preciso, donde mi mente coordinada con mi cuerpo pedía un respiro entre blancos papeles y finos libros. Que acabado y correcto instante, 3 horas pueden cambiar una calle, poner bancas, centro de observaciones, donde un cardumen desesperado lucha por no ser rosado con un hombro ajeno, es transformado por madres con miles de Joacos detallistas y sedientos de paisajes urbanos.
-Gracias Joaco- le dije con casi un hilo de voz
Gracias Joaco por invitarme a un mundo muy distinto al mío, universo que estoy sediento por conocer. Como quisiera compartir por red social la sensación de descubrimiento.

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